Cuando pensaba en Fallas pensaba en las Fallas de Valencia capital. Una experiencia que merece la pena vivir, pero a las muchedumbras 
es algo a los que probablemente nunca me acostumbraré.
Hasta que descubrí las Fallas de Alboraya, que podríamos decir que son como el mix perfecto entre toda la esencia de Las Fallas y la de unas buenas fiestas de pueblo.
Están las falleras, la exposición del ninot en Zanoguera, las paellas populares, los petardos, las mascletás, los monumentos falleros, los castillos de fuego… Todo lo que te viene a la cabeza cuando piensas en Fallas, pero sin el agobio que puede suponer vivirlas en el centro de la ciudad.
Vengo de Teruel -donde no tengas duda de que montamos unas tremendas fiestas de pueblo- pero me encantan las tradiciones valencianas, desde el fuego y el chisporroteo de mil petardos hasta el arte de los monumentos falleros pasando por la paella y la buena horchata.
Puede que haya una valenciana 
dentro de mi, ahora satisfecha por haber encontrado el punto medio perfecto entre poder vivir las Fallas 
y evitar el agobio que me supone ir a Valencia centro en estas fechas.
