No has tenido tiempo ni para acordarte de toda la gente a la que tanto quieres y a la que luego le dirás lo mucho que te has acordado de ellos. Conclusión: ya tienes plan para el último día.



Te da un poco de pereza, pero también piensas: “seguro que hay cosas chulas, así además de llevar recuerdos para los demás alguno caerá para mi”. No hay más que hablar. Manos a la obra.
Y empiezas, como no, recorriéndote el mercadillo de la playa , en el que encuentras unas pulseras
súper bonitas para tus amigas… y ya de paso otra para ti.
Al pasar por el paseo marítimo encuentras una tienda de rollito surfer en la que compras un pack de pegatinas chulísimas del rollo, perfectas para tus hermanos.


Sigues el recorrido por el mercado del pueblo, en el que acabas llevándole a tu padre un saco entero de verduras de temporada… y, bueno, tienes que aprovechar la ocasión, así que otro para ti.



Continúas la ruta por el pueblo encontrando una sucesión de tiendecitas monísimas con mucho style, repletos de cosas del gusto de tu madre, con que acabas comprándole un sombrerito veraniego estampado perfecto para cualquier ocasión. Y, a ver, esas tiendas no las encuentras en cualquier sitio, hay que aprovechar… así que un gorrito con otro estampado para ti.
Y no te apetecía ir de compras porque estabas modo desconexión, pero llegas y te encuentras semejante oferta y variedad de la que no encuentras en cualquier sitio y todo parece fluir de otra manera. “Algo caerá”, pensaba… ¡y tanto que ha caído!



