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Historia

Puerto fenicio en el barranco del Carraixet

La ocupación humana del territorio en el cual se asienta Alboraia nos ha dejado testigos diversos desde hace poco más de 2.000 años, desde época ibérica y romana hasta nuestros días. De la época anterior solo hemos podido conocer cómo ha evolucionado el territorio próximo, puesto que hasta ahora no se ha encontrado en el que hoy es Alboraia testigos de ocupación humana. Todavía así, con este tenedor temporal de dos milenios, es mucho más completa la información de que disponemos sobre los pobladores y su organización a partir de la conquista de la Valencia árabe y la fundación del Reino cristiano de Valencia. Son unos 750 años.

Para conocer cómo vivían los pobladores originarios del territorio, deberemos distinguir a lo largo del presente capítulo entre población y poblamiento en sentido abstracto, y por otra parte entre Alboraya como comunidad. El nacimiento de la comunidad de Alboraya la situaremos a partir del Rey Jaime I y la donación de las alquerías árabes de Alboraya y Almàssera (año 1238) al obispo Vidal de Cañellas de Huesca. Antes es evidente la existencia de los lugares, pero no disponemos de información concreta que nos hable de ellas como a un todo con algún tipo de unidad administrativa. Nos referiremos por lo tanto a la población (habitantes que vivían en el territorio) y el poblamiento (su distribución física a lo largo del territorio).

Entre el barranco del Carraixet y el barranco del Palmar; y al norte del Carraixet hasta el barranquet de Meliana. Ese es el espacio que asignaremos para Alboraya. El límite oriental será el mar y el occidental, la Vía Augusta o actual carretera de Barcelona. Se trata de un lugar a priori poco amable para vivir por las condiciones que hemos descrito de agua estancada, inundabilidad y la proximidad al mar (corsarios, ataques de los piratas). En este contexto debemos situar la fundación de la ciudad de Valentia en el año 138 a.C.. En los alrededores, la cultura romana había ido sustituyendo a la ibérica, de la que tenemos constancia en l'Horta Nord a través de los poblados de los Tos Pelat (entre Montcada y Bétera) o el Puig. Las ciudades ibéricas más importantes en un radio más amplio son Arse (que se corresponde con Sagunt) y Edeta (Llíria), mientras que en l'Horta Nord hay restos de inscripciones romanas en Paterna, Carpesa, Godella, Montcada, El Puig o Puçol (Josep Corell). La Vía Augusta comunicaba Valentia y Sagunt y circulaba relativamente alejada del litoral, a unos tres kilómetros en el lugar más próximo. Las poblaciones florecieron a su borde.

En la zona de Orriols, cerca del Monasterio de San Miguel de los Reyes, la arqueóloga Rosa Albiach en el año 1997 excavó un cementerio de época romana, formado por dos edificios funerarios. En él se localizaron diversas inhumaciones, cerámicas, así como varios objetos realizados en oro, hierro, plomo o bronce. La civilización romana situaba los cementerios a las afueras de las villas, y este hecho da idea de que podría tratarse de enterramientos pertenecientes a la ciudad, o de una villa o villas situadas en los alrededores. Desde aquí hay indicios de un camino que partía en dirección al territorio que actualmente ocupa Alboraya (Albiach, 2005).

Un aspecto que nos da idea de la ocupación de la comarca son las centurias del territorio de época romana. Algunos autores como el geógrafo Vicenç M. Rosselló han defendido el origen romano de la Huerta basándose en ellas. Se trata de parcelas o lotes de tierras concedidos a los soldados y sus familias por el pago de los servicios militares. Era el espacio que debían aprovechar cien soldados y tenía una extensión de unas 50 hectáreas.

(Segura Gomis y Roig Hurtado). Están situadas cerca de la Vía Augusta y cerca de la acequia de Montcada y a través del parcelario se ha podido averiguar que la red, 2.000 años después, aún conserva una cierta integridad en lo concerniente a las obras de drenaje o los brazos de riego.

En las playas de La Malvarrosa-Cabanyal, existió un lugar de anclaje posiblemente de época fenicia, ya que en los alrededores se ha localizado ánforas que van desde esta época hasta el siglo XV. La desembocadura del Carraixet ofrecía en los barcos facilidades para anclar cerca de la playa y realizar tareas de carga y descarga, ya que la costa tiene poco desnivel (Segura Gomis y Roig Hurtado). Los restos encontrados van de época fenicia, griega, púnica, ibérica, etrusca y romana, es decir desde el siglo VII antes de Cristo. Lo que no sabemos es si aparte de este fondeadero cerca había algún poblado.

Otros autores, además, han intentado demostrar que el Carraixet era una vía fluvial remontable hasta Bétera o Montcada, para comerciar con los íberos del Tos Pelat u otros poblados. Lo que queda claro es que la red formada por la Vía Augusta (oeste), el fondeadero (este), las centurias (norte) y el cementerio (sur) nos da una idea que en época romana el territorio de la actual Alboraya o sus alrededores debió de estar habitado.

A partir de esta época se abre un período de silencio histórico sobre Alboraya que llega hasta el siglo XIII. Sí que podemos conocer aspectos de la Huerta, o cómo era su distribución poblacional en época árabe a partir del Llibre del Repartiment o de Jaime I, donde se detalla la donación de las alquerías árabes. Era de destacar su cantidad, lo que hace pensar en un espacio muy poblado. También ha sobrevivido hasta hoy la toponimia claramente arábiga de algunos espacios. Carme Barceló da los siguientes significados: Alboraya (la torrecilla); Rafelterràs, un antiguo alijo de huerta (la finca del broquerer); Massamardà (el hostal o establecimiento de los Mardà). Otros topónimos como Almàssera (molino de aceite); Ruzafa (el jardín); Albalat (el camino) o Mauella (barraca). La palabra acequia significa “que reparte el agua”. La canalización subterránea que sirve para drenar los campos es conocida en la zona como 'encadufat'.

 

La creación de la taifa de Valencia

A partir del siglo XI, se obligó a la reorganización tanto de la ciudad como del territorio circundante a Valencia para su defensa (López Elum). Será el momento en que los lugares o alquerías próximas a la ciudad se fortificarán, igual que la ciudad, y se creará una red defensiva. Por lo que respecta a l'Horta Nord, las alquerías más importantes eran Museros, Montcada, Paterna y Quart. Es posible que también Alboraya fuera una de estas alquerías y su torre fuera la que diera nombre al pueblo.

Durante el siglo XI surgirán una serie de elementos defensivos (torre, recinto murado, albacara) que será el paisaje que verán los cristianos cuando llegan a l'Horta a mediados del siglo XIII. Algunos de estos asentamientos tenían a sus espaldas otras alquerías secundarias que las protegían (Museros disponía de Massamagrell y el castillo del Puig).

Jaime I realizó la campaña para atacar Valencia entre 1234 y 1238, rindiendo primero la alquería de Montcada (donde hizo más de 1.100 prisioneros, tal y como cuenta en su Crónica), después Museros y El Puig, también Paterna, Bétera y Bofilla, lugares todos ellos con una población estimada superior a los 1.000 habitantes cada uno. Una vez el monarca se había establecido en la muntanyeta de La Patà, en el Puig, los musulmanes que vivían entre este punto y el río Turia (López Elum) viendo que no podrían aguantar el asalto, se retiraron a Valencia. Poco antes de la conquista cristiana, durante abril de 1238, se asoló todo el territorio situado al norte de la ciudad, donde se sitúa Alboraya.

 

Libro del repartimiento

Escrito por Jaime I, recoge la donación de distintas propiedades de la alquería de Alboraya, tal y como ha estudiado Enric Climent. A Bernat Pesador, de Tortosa, dos yugadas y unas casas, el 25 de febrero; también a Bernat Pesador las casas de Mahomat Abincalot y el Huerto de Abdela Abenhoto (y dos yugadas); a Ramon Bell-lloc, siete yugadas; a Joan Péreç de Gimon dos yugadas en Almàssera, una en Alboraya, y tres fanegadas; al obispo de Huesca, Vidal de Canyelles, la alquería o lugar de Alboraya. No es preciso decir que estas propiedades fueron arrebatadas a los propietarios, los cuales son citados en el Llibre del Repartiment, (Mahomat Huarat Crepat, Maymo Habohachil Amançafi...).

 

La parroquia de Alboraya

Posteriormente al reconocimiento de la propiedad de la alquería de Alboraya para el Obispo de Huesca, se fundó la parroquia de Alboraya. Fue el 28 de junio de 1240, muy poco tiempo después de la conquista, y la iglesia se consagró a la Asunción. El acto de creación de la parroquia (Monrós Lliso) queda citado en el primer Quinqui Libri (Libro de sacramentos) que hay en el Archivo Parroquial de Alboraya, de la época del rector Agustí Castillo (1596-1603).

Durante el siglo XI surgirán una serie de elementos defensivos (torre, recinto murado, albacara) que será el paisaje que verán los cristianos cuando llegan a l'Horta a mediados del siglo XIII. Algunos de estos asentamientos tenían a sus espaldas otras alquerías secundarias que las protegían (Museros disponía de Massamagrell y el castillo del Puig). Después de la muerte del obispo, Alboraya y Almàssera pasaron a ser propiedad de la tercera mujer de Jaime I, Teresa Gil de Vidaurre. Y al morir esta, pasó a los hijos, y también a la familia italiana Della Volta. Un documento ante notario público de 1290 en qué los tres hermanos Volta formalizan las divisiones de dos heredades denominadas Alboraya y Almàssera confirma este hecho (Rojo Hurtado).

 

El miracle dels Peixets

El hecho que sin lugar a dudas más ha marcado la historia medieval de Alboraya es el Miracle dels Peixets, sucedido en el año 1348. Cuenta la tradición que el sacerdote de Alboraya llevaba la Comunión a un musulmán converso de Almàssera y al cruzar el Carraixet, las formas le cayeron a las aguas, siendo recuperadas por el sacerdote en la desembocadura del barranco de boca de unos peces. Tres según la versión de Alboraya, dos según la de Almàssera, y por eso el número de peces varía según la procedencia del autor de la representación.

Este milagro es un acontecimiento que ha perdurado en el tiempo y en la memoria de los dos pueblos. Se puede decir que es el hecho que más líneas ha ocupado en la historia de los dos pueblos. Las crónicas posteriores de Jaime Bleda, Gaspar Escolano, Marcos Antonio de Orellana, Josep Mariano Ortiz... hasta los cronistas y estudiosos del siglo XX (Martínez Aloy, Listar...) siempre nos hablan de este hecho, aunque lo modifican o lo distorsionan. Como testigo de él, hoy se alza la Ermita dels Peixets, construida en 1907, en el lugar donde los peces dieron las formas al sacerdote. Hoy encontramos, igualmente, una numerosa producción literaria vinculada al estudio y la investigación del Milagro. También hay que destacar que fue a partir del Milagro dels Peixets cuando Almàssera comenzó a pedir autonomía eclesiástica con respecto a Alboraya, siendo concedida inicialmente en tiempos del obispo Hug de Fenollet y quedando constituida Almàssera como una vicaría perpetua a partir de 1376. Algunos investigadores han interpretado este hecho como el principio de la historia como municipio de Almàssera. Una sentencia posterior de 1645 confirma este hecho. Los casi 300 años transcurridos entre las dos fechas (Climent) causaron una indefinición en los límites del territorio que administrar por cada una de las dos entidades. Este hecho y no el número de peces podría ser una explicación a las relaciones no demasiado cordiales entre las dos comunidades durante mucho tiempo.

 

Quinque Libri de la parroquia de Alboraya

El Quinque Libri de la Parroquia de Alboraya contiene algunas anotaciones que hablan de la forma en la que celebraban la Semana Santa los alborayenses de finales del siglo XVI y principios del XVII (Enric Climent, 2000). El sacerdote de la Asunción hasta el año 1596, Vicent Herrero Esteve, dice:

"Cera del monument, ciris dels fasos i ençens. Item, cadascun any han de donar los els obrers al Rector o Regent la Cura una pilota o bola de cera gomada de les cinch que posen en lo monument, i així mateix una pinya de ençens, y així mateix dos ciris dels fasos i ramellets del sepulcre; i en bona correspondencia de açò, lo dit rector o regent la cura faça processó ab lo Santisim Sacrament lo matí de Pasqua de Resurecció, traen-lo del sepulcre i portan-lo per la plaçay al entorn de la creu ab pali i llums de davant, les cuals donaran els obrers."

 

La llegada del tren a Alboraya

Los cambios del territorio que se han producido en Alboraya a lo largo del siglo XX han sido propiciados fundamentalmente por la dinámica del cambio urbano y urbanístico. Por lo que respecta a grandes infrastructuras metropolitanas, en 1862 se inauguró el tramo València-Sagunt de la línea València-Tarragona (actual vía de Renfe); y en 1888 la Estación de Aragón, con la línea València-Zaragoza (la vía churra), aunque la estación de Alboraya tardaría en llegar. La vía pedrera para llevar los materiales con los que se construía el puerto de Valencia también se levantó por esta época. El 17 de marzo de 1893 entró en funcionamiento el tramo València-Alboraya de la vía del actual trenet, y durante ese año llegó ya hasta la población de Rafelbunyol (José Luis Miralles).

A grandes rasgos, el núcleo originario de Alboraya por el año 1800 se extendía de la iglesia hacia el norte y nordeste, poco más allá de las actuales calles Molí, Cabañal, Nou y parte de Milagrosa, estando el cementerio al sur y condicionando la expansión urbana (Joan Dolç y Vicent Hurtado). En el siglo XIX se produce el cambio de ubicación del cementerio y después ya el inicio de la construcción hacia el sur. También aumentó el municipio hacia el oeste, norte, este y nordeste (actuales calles Cervantes, Miracle, San Pancracio, Tavernes Blanques).

En el primer tercio del XX se irán configurando las actuales calles Almàssera, Degà Sanfeliu, Nou d’Octubre, Hermanos Benlliure o Salvador Giner. Las calles Sant Cristòfol y Colón serán el límite urbano por el norte y el este hasta los años 50. (Hermosilla, Rodrigo, Martínez y Noguera). Como la estación de Alboraya ya existía desde la década de 1890, el núcleo urbano de Alboraya fue expandiéndose hasta llegar a esta primera mitad de siglo. También hay que citar a principios de siglo una alineación de casas siguiendo el trazado de la vía del tren al oeste de la estación (actual calle Canónigo Julià).

 

Segregación a Tavernes

Otro hecho importante en la historia de Alboraya fue la segregación a favor de la Parroquia de Tavernes Blanques de la zona de huerta situada entre el núcleo urbano y el Barranco de Carraixet y terrenos próximos, unas 150 fanegadas en total, en 1902. Posteriormente, en 1925 por medio del Real Decreto de 30 de octubre, estos terrenos de la partida Desemparats se segregaron administrativamente a favor del Ayuntamiento de Tavernes Blanques.

 

Port Saplaya y La Patacona

El gran cambio urbano en Alboraya se dará a partir de los años 50. Hasta la década de los sesenta crecieron grupos de viviendas como los de la calle Nou d’Octubre, barrio Rey en Jaume, San José Obrero, la zona sur de Botánico Cabanilles y el Palmaret. También Port Saplaya, el grupo Pintor Sorolla, la creación de la zona residencial de Vera por la desafección de parte del polígono industrial y también se construyó Campo de Mayo y los terrenos ocupados en parte por el polígono industrial del Palmaret. Actualmente, por compensar que el centro histórico ha quedado escorado al norte del núcleo urbano de Alboraya, se pretende la expansión urbana hacia el barranco.

PORT SAPLAYA: Es un barrio que nació como una zona residencial en la década de los años 70, al norte de Alboraya y al borde del mar. En concreto los primeros empadronados son del año 1975. Desde el primer momento se consolidó como una zona de segunda residencia que actualmente deviene ya en muchos casos primera. No obstante, su población aumenta notablemente los meses de verano.

PATACONA: Es una zona residencial situada en la parte sur del término municipal de Alboraya y que está junto al barrio de La Mavarrosa de Valencia. Se trata de un núcleo urbano en primera línea de costa y que tiene las playas más extensas del término de Alboraya. De alguna forma, es la prolongación natural de la playa de la Malvarrosa de Valencia. Patacona es la zona de más reciente creación como espacio residencial de Alboraya, dado que las viviendas existentes se sitúan sobre el antiguo polígono industrial de Vera. Desde mitad de los años 90, las viviendas han ido sustituyendo a las antiguas fábricas. Fruto de eso y de su población, que a finales de 2023 era de 5.589 habitantes (INE), el Ayuntamiento ha ido durante este proceso y de manera continua incrementando los servicios.

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